De la Linealidad al Rizoma

De la Linealidad al Rizoma

Hacia una consideración común sobre el desarrollo urbano avanzado

Si analizamos de una forma clásica el vector de evolución de la planificación urbana nos daremos cuenta, como nos muestra Anne Durand en Mutabilité Urbaine; La Nouvelle Fabrique des Villes[1]   que el modelo de expansión urbana ha ido mutando hacia una lógica de crecimiento rizomático que queda muy lejos del marcado ritmo de la linealidad. O por decirlo sin rodeos, las lógicas proyectuales del urbanismo han declinado de lo lineal a lo rizomático. Creo sinceramente que este es un magnífico acercamiento a las limitaciones habituales de la planificación urbana contemporánea.

Estas lógicas abarcan varios ámbitos, el ámbito espacial, el ámbito organizativo y el ámbito temporal. Todos ellos fundamentales por otro lado en la concepción de la ciudad de hoy.

Añadiría otros tres de corte más abstracto, pero igualmente centrales en las lógicas urbanas actuales, el ámbito del comportamiento, el ámbito de la emocionalidad y el ámbito de la innovación, pero estos otros pilares de la mutabilidad han tenido ya un largo desarrollo en otros textos publicados aquí.[2]

Ámbito espacial

A nivel espacial las operaciones lineales reposan sobre una geometría determinada la cual se desplaza en bloques más o menos compactos. La configuración geométrica que se contrapone a esta idea de geometrías más o menos rígidas que se expanden sobre el plano de una topografía dada, seria la idea de enjambre, que sin perder la identidad geométrica es capaz de colmatar un plano urbano sin que eso signifique que se mantiene una forma preconcebida. Es decir, el enjambre se estructura a partir de un multi_equilibrio de partículas en un estado de excitación constante y en un modo de relación basando en la atracción y repulsión continua, capaz de forma muy eficiente, de ocupar un espacio gracias a su flexibilidad.

En otras palabras, en el ámbito espacial se puede hablar de un urbanismo de enjambre, de nodos interactivos que modelan campos de energía que de alguna manera son capaces de estructurar límites físicos. Ni que decir tiene que la ventaja de un urbanismo de enjambre consiste en operar de manera no lineal, es decir, fragmentadamente, de forma difusa y en diferentes sitios a la vez.

De esta manera se construye una ciudad orgánica a medida que la planificación urbana se adapta a su tiempo, y no al revés como suele ocurrir, que es la ciudad la que se adapta a la planificación, por defecto, ya obsoleta en estos tiempos acelerados. Este procedimiento, en esencia no rígido, ni rectilíneo, permite preservar un amplio margen de maniobra y deja convivir una gran simultaneidad de intervenciones urbanas, independientes las unas de las otras que no quedan estigmatizadas por la predeterminación basada en acciones precedentes. Podría llamarse a este modo de implantación como acciones micro_tácticas capaces de agruparse incrementalmente que describen un proceso de intervenciones y acontecimientos sucesivos. Podría también hablarse de una ciudad de acontecimientos en continua transformación. En ese alud de situaciones el equipo de planificación debe paso a paso observar cada etapa de evolución del contexto y liderar los cambios adaptativos necesarios para avanzar en la estructura coherente del conjunto. Solamente así las incertidumbres que planean regularmente sobre los procesos urbanísticos se transforman en portadores de posibilidades y en agentes positivamente reactivos.

Ámbito Organizativo

De la clásica jerarquía piramidal o vertical, pasamos a entender, con la imagen del enjambre, a una red policéntrica donde cada uno puede comunicar, intercambiar y construir conocimiento sin pasar por una central de mando. Esta manera organizativa por interacción de todo con todo podría llegar a entenderse como un modelo de cohesión relacional. Esta cohesión se fragua cuando la ordenación estratégica y la ordenación táctica, o dicho de otra forma cuando la estructura conceptual y la experiencia sobre el terreno son interdependientes, es decir, ni fomentan la dependencia directa jerárquica que ha demostrado largamente su ineficiencia, ni admite la independencia donde cada nodo se comporta de forma aislada e incoherente con su entorno, y peor aún, no construye conocimiento colectivo.

Esta estructura en enjambre potencialmente favorece a escala urbana la toma de decisiones a nivel local que ayudan a enriquecer la toma de decisiones a nivel global. En general este tipo de organización en enjambre desarrollan un orden no jerarquizado de acciones urbanas que conducen a que decisiones en una comunidad se elaboren a partir de una estrategia de ida y vuelta, hasta conseguir que una decisión local se convierta en ejemplo para otras. En otras palabras, contiene el germen de la ejemplaridad y la educación social. Esta idea de ida y vuelta en la toma de decisiones y las acciones es el fundamento del modelo de comportamiento organizativo en un sistema en enjambre.

Ámbito temporal

En el proceso de desarrollo de estrategias urbanas, tradicionalmente se ordenan estas a través de una cronología lineal, es decir, un orden ligado al tiempo secuencial, lejos del tiempo red, más propicio de funcionar simultáneamente. Cada acción conseguida deja paso a una nueva acción por cumplir y pasar así a la etapa siguiente hasta llegar al objetivo marcado. No cabe decir que el principal escollo de esta secuencia de tiempo, este travelling,urbano, reside en la fragilidad de su consecución por etapas lineales. Si hay una etapa que se encalla o fracasa, todo el sistema colapsa de forma irremediable en el peor de los casos, o se eterniza en el mejor. En otras palabras, la operativa no es resiliente, no es reactiva a un obstáculo. Por el contrario, los procesos urbanos contemporáneos deberían operar en condiciones de simultaneidad. De nuevo la imagen del enjambre nos viene a la cabeza.

De intensidad dispar y en el formato de oleadas, es decir de una manera en forma de avance y retirada constantes, un modelo simultáneo de operaciones urbanas vendría a resolver con eficiencia los habituales tropiezos de orden burocrático, económico, social u otros que suelen concurrir en una transformación urbanística dada, especialmente si esta es de tamaño o alcance singular. Solamente así es posible doblar la ambición de un plan a corto, medio y largo alcance que busque la transformación de la ciudad desde la ciudad. Es decir, las acciones simultaneas permiten sortear la problemática propia de un proceso complejo, gracias al hecho que cada acción es interdependiente de las otras, en otras palabras, cada acción es independiente en términos de planificación en el tiempo, y acción concreta a realizar, pero dependiente de un orden y una estrategia que relaciona cada una de las diferentes acciones a desarrollar. Solamente así la gestión de la complejidad substituye el determinismo de las acciones especificas.

En definitiva, a la famosa invectiva cuando todo es ahora, ¿dónde es aquí?, se puede conjeturar una respuesta: aquí es donde, cuando todo se transforma.

Y cerrar el rizoma para que siga creciendo.

En la imagen, Plano de Long Acre Square, Nueva York, 1912, en  G.W. Bromley & Co.: Atlas of the Borough of Manhattan. Nueva York: Pocket and Desk Edition, 1912.

[1]DURAND Anne, Mutabilité Urbaine, La Nouvelle Fabrique des Villes, Ed Infolio, Geneve 2017

[2]Me refiero a los siguientes artículos que a lo largo de los años han ido apareciendo en axonométrica, Ambigüedad,De Conmociones, o el reciente Plural Innovations, por mencionar tan solo unos cuantos.

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