La Arquitectura de la Elección

La Arquitectura de la Elección
Dijo Stephane Hessel en 2010, Crear, es resistir, Resistir, es crear. Crear es también rechazar la colonización de espíritus que ha llegado de la mano con el nuevo siglo XXI y su supuestamente irrefutable estandarización del imaginario global. Hay que des-estandarizar a toda costa, y para empezar, nosotros mismos somos el sujeto de cambio de la des-estandarización en forma de vida des-estandarizada. Después, si somos suficientes, el mundo se des-estandarizará solo.
Estamos antes todo, ante una batalla cultural, más que ecológica, económica, tecnológica o social. La batalla es cultural. Y lo es, porque debemos resistir mediante la construcción de un relato. Un relato que transcribe una visión ecológica de un ecosistema deseable del futuro que viene. Es el momento de construir unas referencias culturales fuertes, de proteger una visión poderosa en estado de avance diario, es la hora de estructurar un proyecto tangible, a la vez, político, económico, social, tecnológico, también urbanístico, geográfico, paisajístico, energético y agrícola, cincelado a golpe de sucesivas lecturas del mundo, de raíz cultural.
Hemos de calibrar con fineza nuestra capacidad de interrelacionar diferentes ingredientes hasta conseguir bascular una realidad tozuda enmarcada en la depredación de un sola imagen estándar, la imagen de la depredación sin fin de los recursos naturales, la imagen de la consecución de beneficios particulares a costa de los beneficios de todos, la imagen del encuadre convenientemente estupidificadoen la forma de entretenimiento a costa de una verdadera cultura de combate intelectual, la imagen de la estandarización global a costa del individuo único.
De tal magnitud es la paradoja intelectual a la que nos enfrentamos.
Hay que volver a construir infinidad de nuevos relatos, tantos como experiencias personales y experiencias colectiva seamos de aglutinar, en un inmenso goteo constante de lo individual para volver a perfilar, y en última instancia salvaguardar lo colectivo. Definitivamente, desde la imagen global no vamos a transformar individuos, al contrario, de la adición de individualidades, configuraremos un nuevo devenir global.
Necesitamos soñar, imaginar y concretar que casas podemos habitar, en que ciudades podemos llegar a evolucionar, que medios utilizaremos para desplazar las almas y los cuerpos, como vamos a producir nuestro nutrientes, nuestra comida, de que manera podemos vivir juntos, compartir nuestro planeta con todas las otras especies de seres vivos. Poco a poco, un ejercito de nuevos relatos deben abrirse paso, en un equilibrio dinámico, a una naciente realidad, más especifica por compleja, más excitante por abierta.
Hay que contaminar positivamente los espíritus, que aglutinados harán que la realidad oscura y desaprensiva, poco a poco vaya cediendo a la fuerza natural de una nueva historia, producto de infinitas historia declamadas en voz alta y a la vez. Lo que al principio suena a ruido, poco después será harmonía.
Esta estructura de base cultural y esencialmente abierta a la aportación de cada uno, es lo que Cyril Dion, acertadamente llama la arquitectura de la elección [1]. Estas arquitecturas, son por así llamarlo, elementos estructurantes que rigen nuestras vidas sin que necesariamente seamos conscientes. Estas arquitecturas contribuyen decididamente a orientar nuestras decisiones, nuestras acciones, monopolizando nuestro tiempo, y nuestra energía, los dos flancos débiles que sin duda muy por encima del dinero, forman parte de nuestra debilidad más profunda.
Podemos ser más o menos pobres, más o menos adinerados, pero aquello en lo que somos, en términos comparativos, infinitamente deficitarios es en tiempo y en energía. Estos dos aspectos, han sido hábilmente constatados por la versión más cruel del neoliberalismo salvaje y la industria del consumo ligada al sistema ha creado sofisticadísimas herramientas destinadas a absorber todo nuestro tiempo de calidad y malbaratar toda nuestra energía sobrante. La televisión vendría a ser una de las clásicas armas de destrucción masiva de tiempo y energía. Hoy lo son los teléfonos inteligentes. Sumadas a estas deficiencias, el imaginario neoliberal ha dibujado de forma genial, un paisaje de monedas y billetes que como en el famoso cuadro de Dalí, se derriten a la luz de una sola fuente de placer. Todo falso, como un espejismo banal y distópico en el que toda la población del planeta ha sucumbido por hipnosis masiva, una vez raptada nuestra atención.
Recientemente, en una entrevista en el País Semanal[2], Yuval Noah Harari, autor de Sapiens, describía como el recurso más preciado del mercado es nuestra atención, un sistema para encerrar el tiempo y la energía personal en beneficio de las empresas. Harari lo expresa así, la atención es un recurso muy disputado y está vinculado a los datos. Todo el mundo quiere atraer tu atención. El modelo de la industria informativa ha sido completamente distorsionado. Ahora el patrón básico es que recibes la mayoría de las noticias supuestamente gratis, sean reales o falsas, pero en realidad lo haces a cambio de tu atención, y esta se vende a otros. El nuevo símbolo de estatus es la protección contra los ladrones que quieren captar y retener nuestra atención. No tener un Smartphone es ya un símbolo de estatus. Muchos poderosos no tienen uno.
En resumen, quizás deberíamos ser conscientes de la necesidad de diseñar una arquitectura de la elección bien afinada, acorde con nuestros valores éticos y construir a partir de ese andamiaje, un relato con el que estemos dispuestos a convivir.
Al igual que los arquitectos, con una buena arquitectura de la elección se pueden diseñar buenos soportes culturales.
[1]DION, Cyril, Petit Manuel de Résistance Contemporaine, Editorial Actes Sud, Arles, 2018
[2]El País Semanal nº 2187, domingo, 26 de Agosto de 2018, página 51
Un cordial saludo.
Es muy interesante saber que el mundo delaconstrucción se derive diferentes hanilidades y conocimientos,agradezco que se tomen el tiempo para recopilar ideas y publicaciónes muy emblematicas.
Muchas gracias.
Muchas gracias por leer las reflexiones que van desfilando por axonométrica. Se agradece el mensaje. Un abrazo