La Teoría de la Arquitectura como Urgencia

La Teoría de la Arquitectura como Urgencia

Pensaba titular este texto, Las Urgencias de una Teoría de la Arquitectura, inspirándome en el libro 2000+ The Urgencies of Architectural Theory,[1] pero en la traducción al castellano pensé que más que proclamar y enumerar las urgencias que sirven de coartada a la publicación, quizás deberíamos antes entender que existe una urgencia intrínseca en la teoría de la arquitectura desde siempre, o al menos desde que la arquitectura en todo caso es una técnica y a la vez, una de las bellas artes.

Quiero decir que algunos arquitectos, creo francamente que los mejores arquitectos, y me refiero a aquellos que han proyectado y construido de forma dilatada, han tenido siempre no ya una teoría de la arquitectura detrás de sus dibujos, sino una cierta urgencia en que sus obras queden sustentadas por algún tipo de relato teórico bien trabado y estructurado.

En los casos donde la obra y la reflexión han sido igualmente poderosas, como por ejemplo en Le Corbusier, sus libros, textos y conferencias, siempre me ha parecido que esconden una necesidad urgente. No quiero decir con ello que Le Corbusier buscara en la teoría o mejor dicho, en sus teorías, una justificación de su obra, sino todo lo contrario, una necesidad urgente de argumentar más allá de la experiencia de vivir o visitar sus obras, una visión global y conceptual, intelectual si se quiere, de que todo aquel esfuerzo, todo esa brutal transformación de la realidad quedara circunscrita a algo más grande e importante que su ya de por sí, enorme obra construida.

No solamente lo he pensado siempre así, sino que me parece absolutamente egocéntrico y éticamente reprobable que no sea así. Toda esa posición banal de que la arquitectura no necesita de teoría, en realidad viene a decir, que la arquitectura solamente me necesita a mí, arquitecto del mundo, para existir y ser en sí. ¿Pero que clase de espíritu puede llegar a soportar una afirmación semejante? Esa idea que la teoría es innecesaria en la arquitectura, negando así, su condición de urgencia, viene a contar que la arquitectura es arquitectura gracias al arquitecto. El arquitecto es principio y fin de una pseudoreligión adocenada que llamamos los elegidos, arquitectura. La arquitectura, en definitiva empieza en mi, y acaba en mí.

Me parece aberrante.

Como siempre, aquellos que de forma farisea enuncian una falsa modestia intelectual en la producción de la arquitectura, los apostatas de al teoría, son siempre los más egocéntricos, los más puristas, los más insolentes, y al fin y al cabo, los más ignorantes de los fundamentos de la estructura profunda de la arquitectura.

Pensémoslo por un instante.

La aparición de una arquitectura es algo que sobrepasa al arquitecto, al cliente, al espíritu del lugar, a la economía y a cualquiera de sus múltiples derivadas, si las tomamos por separado una a una. Los siento pero por suerte, la arquitectura va muchísimo mas allá del arquitecto y si algún dueño tiene, ese dueño es la sociedad, o la ciudadanía quien es el verdadero propietario de la arquitectura.

Visto así, la arquitectura debe remitirse a alguna construcción teórica que la legitime y a la vez la aleje de la autoreferencia. En otras palabras, la arquitectura es más importante que el arquitecto y la raíz de su importancia se debería encontrar en una construcción intelectual de rango mayor, que dé la medida de una visión clara y contundente de las aspiraciones sociales.

En las discusiones entre la imposibilidad de una arquitectura realizada sin una estructura teórica construida y totalmente cerrada, que remite a posiciones de los años 70 entre estructuralistas y post estructuralistas, y la posición contraria, es decir, la absoluta independencia de la práctica arquitectónica en relación a alguna teoría de la arquitectura, o aún más provocadoramente, la arquitectura sin teoría, que como axioma se desarrolló en los años 90, existe una posición intermedia que expresa perfectamente el texto de Bernard Tschumi, Some Notes on Architectural Theory, recogido en el libro antes mencionado.

Traduzco literalmente: En arquitectura, como en ciertas otras áreas del conocimiento, la teoría y la práctica están entrelazadas de forma tan próxima que cualquier intento por negar una a expensas de la otra, significa la extinción de ambas. Mata la teoría y la práctica muere. Mata la práctica y la teoría muere. Este podría ser el resumen de mi posicionamiento.

¿Piensas que la teoría está muerta? No te preocupes: Volverá cuando todo el mundo esté aburrido de la hegemonía de los buenos sentimientos y la complacencia extendida. ¿La práctica ha muerto? Es poco probable, a menos que una moratoria en la construcción se convierta en una norma.

Proyectar y construir obras de arquitectura es tan lento que esas obras estarán siempre descritas, vilipendiadas, aclamadas y espero que debatidas. Sin debates, la arquitectura se vuelve un diccionario predecible de ideas y clichés preconcebidos. Por ejemplo, en la docencia de la arquitectura, la lucha contra las ideas y los clichés preconcebidos de las ideologías y las corrientes principales, modernismo, post-modernismo, regionalismo y tantos otros –ismos de la historia, generalmente ha logrado debates de un sesgo teórico del que uno no se puede escapar. Diría más. La teoría es, por naturaleza, crítica o polémica. La teoría emerge siempre que el discurso convencional de la arquitectura se cuestiona.

Creo que este inicio del artículo de Tschumi, deja clara la idea de la condición urgente de la teoría de la arquitectura, en tanto que toda arquitectura producida cuestiona el discurso convencional.

Es por ello que siempre volvemos a necesitar de forma urgente rescatar la teoría de los cajones de los libros y las revistas, componer y recomponer pensamientos a partir de lecturas planas u oblicuas de la realidad, que más da, pero claramente de forma urgente, incluso apresurada y ante todo, necesaria.

Nunca como hoy, donde lo convencional prácticamente no existe, y paradójicamente, todo en tanto que banalizado, es convencional, es más urgente y necesario el enésimo replanteo teórico de la arquitectura.

Y como se puede sospechar, ese replanteo urgente no sirve para cerrar nada, sino para dejar abierta la herida del pensamiento en la carne de la obra arquitectónica.

En la imagen una foto de Tom Harris de la extraordinaria Stony Island Arts Bank Library.

[1] VVAA, 2000+ The Urgencies of Architectural Theory, editado por James Graham, GSAPP Books, New York, 2015

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