Tácticas Prácticas

Tácticas Prácticas

La arquitectura es el modo más sencillo de articular el tiempo y el espacio, de modular la realidad, de hacer soñar. No se trata tan solo de articulaciones y modulaciones plásticas, expresiones de una belleza pasajera, sino de una modulación influyente, que se inscribe en el eterno arco de los deseos humanos y del progreso en el cumplimiento de los mismos.

La arquitectura del futuro será pues un medio de modificar las concepciones actuales del tiempo y del espacio. Será un medio de conocimiento y un medio de acción.

Los conjuntos arquitectónicos podrán ser modificados. Su aspecto cambiará en parte o totalmente según la voluntad de sus habitantes. (…)

Las antiguas colectividades ofrecían a las masas una verdad absoluta y unos ejemplos míticos indiscutibles. La aparición de la noción de relatividad en el pensamiento moderno permite vislumbrar el lado EXPERIMENTAL de la próxima civilización, aunque la palabra no me satisface. Digamos más flexible, más “divertido”. Sobre la base de esta civilización móvil, la arquitectura será -al menos al principio- un medio de experimentar las mil maneras de transformar la vida a falta de una síntesis que no puede ser más que legendaria.[1]

Vuelvo a tomar el mismo fragmento que publique hace unos meses[2] que forma parte del texto de Gilles Ivain, Formulaire pour un urbanisme nouveau escrito en 1953 en la Internacional Letrista y vuelto a publicar en la Internacional Situacionista num.1 en 1958.

En la reflexión ya publicada, me apoyaba en este fragmento para apuntalar y alentar la llegada de un urbanismo nuevo. Retomando el mismo texto, tengo la intención de perfilar algunas propiedades del marco conceptual sobre el que Ivain especulaba, interpretando su texto en clave contemporánea.

Esta texto de Ivain tiene la ventaja que el sujeto, la arquitectura, es intercambiable por otro más acorde con el título del mismo, el urbanismo. Les invito a leer de nuevo el texto y allí donde está escrito arquitectura, ustedes lean urbanismo.

¿No les parece que el texto se inserta de manera natural en las discusiones acontecidas recientemente acerca del urbanismo táctico?

Como siempre, cuando uno cree haber inventado algo en arquitectura o urbanismo, ocurre que alguien lo enunció décadas atrás, quizás con otras palabras, pero seguramente con intenciones muy parecidas.

A mi modo de ver este texto salta sorprendentemente de 1953 a la actualidad sin despeinarse, y con una contundencia absolutamente vigente.

La idea de urbanismo táctico que casi nadie entendía hasta hace unos meses, ha cosechado una cantidad de críticas furibundas y violentas que me han sorprendido. La lectura provinciana, miope y tremendamente mezquina ha jugado alegremente a desprestigiar de una manera infantil lo que significa la puesta en marcha de una serie de actuaciones tácticas, es decir, acciones de testeo, que se han mostrado fundamentales para orientar las decisiones urbanas estructurales que se tendrán que tomar en un futuro muy próximo.

Este urbanismo de prototipos permite afinar y/o corregir decisiones que se presuponen válidas sobre el papel, pero que precisamente por su coste y su permanencia en el tiempo, requieren de un prototipo previo, de un ensayo, que permita medir el impacto de las mismas, sin emplear ni mucho tiempo, ni mucho dinero en su ejecución.

¡Por fin hemos aprendido algo!

Este tipo de urbanismo, que para mi gusto debería llamarse urbanismo práctico, viene con la lección aprendida de los excesos del urbanismo de finales de los 90 y principios del presente siglo, donde simplemente, en no pocos casos, se llevaba a cabo un urbanismo de ocurrencias pizpiretas, y estadísticas abstractas, que una vez construidas de forma definitiva, envejecían tanto física como intelectualmente muy mal, dejando un rastro difícil de borrar pues ya estaban ejecutadas en duro.

No olvidemos que el urbanismo estructural, el diseño urbano construido, significa hormigón, asfalto, canalizaciones, vegetación, alumbrado, etc., es decir, toneladas de materia y toneladas de energía.

Y las toneladas no son de quita y pon.

Es por eso que la traducción que se hace de este proceso operativo, de forma táctica y muy práctica, significa construir una simulación urbana, antes de construir una realidad urbana definitiva, a base de pintura, de escaso mobiliario y de una nueva señalética.

Con los resultados obtenidos por esta simulación, se garantiza que una vez corregidos flecos y afinadas las geometrías, al pasar a construir la versión final de las nuevas calles, plazas y paseos, habremos aumentado considerablemente los aciertos y habremos disminuido en la misma proporción los errores de concepción.

Eso no quiere decir que personalmente me interesen, por ejemplo, toda la panoplia de acciones llevadas a cabo en Barcelona, la ciudad donde vivo, en estos últimos meses. Algunas las encuentro acertadísimas y otras dudosas.

Y precisamente ese es el valor nominal del urbanismo táctico práctico, ya que se pueden valorar las propuestas realizadas a escala 1:1 de tal manera que en algunos casos sorprenda la inmediata acogida y el éxito desbordante de algunas decisiones y que en otros se puedan mejorar o perfilar otras decisiones que han funcionado claramente por debajo de lo esperado, con la gran ventaja de que aun no son medidas definitivas.

Esta manera de proceder, tan inteligente[3] y de paso tan responsable con el erario público, solamente busca una transformación urbana que apunta a ciertas soluciones que tanto hemos echado en falta durante las diferentes oleadas de esta pandemia que todavía nos atenaza. Y más allá, anticipa la idoneidad de propuestas que buscan la manera de combatir el arrollador cambio climático que nos amenaza.

Como efecto colateral positivo, el urbanismo táctico sirve también para sensibilizar a la ciudadanía sobre temas tan centrales del discurso urbano como es el acoso y derribo a la movilidad privada basada en la combustión fósil y su sustitución por una movilidad dulce y apaciguada, como es la de las bicicletas o el transporte público basado en energías de bajo impacto ambiental.

El urbanismo táctico y práctico sirve pues para testar una ambición compartida: el desarrollo de una ciudad más sana, con mejor calidad del aire, mejor calidad del agua y mejor calidad acústica.

El urbanismo táctico y práctico se convierte así en una herramienta estratégica para devolver la ciudad a sus ciudadanos y arrebatársela a los coches.

El urbanismo táctico y práctico sirve también para ensayar cómo somos capaces de reverdecer el plano horizontal de las calles y las plazas.

En definitiva, el urbanismo táctico y práctico permite vislumbrar el lado EXPERIMENTAL de la próxima civilización, como decía Gilles Ivain casi 70 años atrás.

Así que menos tertulia y más acción, que el tiempo se agota para conseguir darle un vuelco a la ciudad industrial en la que vivimos, y avanzar decididamente hacia la puesta en marcha de ciudades que respondan a los grandes retos del siglo XXI.

[1] Número 103 y 108 de los Archivos Situacionistas.

[2] https://axonometrica.blog/2020/05/18/1593/

[3] Esto si que es una manera de hacer smart cities, y no la subasta del subsuelo público a intereses privados que supone la clásica concepción de smart cities, concepto, dicho sea de paso, se ha deshinchado como un globo después de una fiesta de cumpleaños.

Comments
2 Responses to “Tácticas Prácticas”
Trackbacks
Check out what others are saying...
  1. […] Las antiguas colectividades ofrecían a las masas una verdad absoluta y unos ejemplos míticos indiscutibles. La aparición de la noción de relatividad en el pensamiento moderno permite vislumbrar el lado EXPERIMENTAL de la próxima civilización, aunque la palabra no me satisface. Digamos más flexible, más “divertido”. Sobre la base de esta civilización móvil, la arquitectura será -al menos al principio- un medio de experimentar las mil maneras de transformar la vida a falta de una síntesis que no puede ser más que legendaria.[1] […]



Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.