Las Cinco Revoluciones

Las Cinco Revoluciones

Siempre me ha fascinado la coincidencia entre la inauguración del Pabellón Alemán de Barcelona de Mies van der Rohe, con la finalización de la Villa Savoye de Le Corbusier. 1929 parece una fecha mágica que culmina la primera gran revolución del siglo XX, la revolución de las vanguardias artísticas, iniciada alrededor de 1919 a caballo de la revolución bolchevique.

Retengamos por un momento la imagen de ambas obras, archiconocidas y archiretratadas. Imaginemos el momento en que la sociedad pre-penicilina, podía consumir esos engendros arquitectónicos. O imaginemos los comentarios sotto voce de algunos, escandalizados por una ofensa en forma de edificio tan brutal. Solo hace falta recordar que el Pabellón de Mies es coetáneo al pabellón de Victoria Eugenia, prácticamente contiguo en el espacio, tan alejados en el tiempo intelectual.

Desde ese instante, prácticamente cada 30 años durante todo el siglo XX se han sucedido revoluciones de un calado similar. Es decir, en el siglo XX, cada 30 años, una revolución cultural, social o tecnológica, ha puesto patas arriba la manera como se entendía la sociedad en su conjunto, y por consiguiente, ha puesto patas arriba la manera de pensar la ciudad y de proyectar la arquitectura

En 1960, arranca un proceso de revolución cultural que abarca hasta bien entrada la crisis del petróleo de 1973. Surgen en esta época las contraculturas, la revolución sexual, el movimiento hippie, la legitimación de las minorías, la conciencia ecológica, etc. De nuevo, imaginamos a Robert Venturi y Denis Scott Brown, cazando imágenes en las vegas, en un viaje iniciático, que más tarde se convertiría en el conocido Learning from[1] la Vegas, acompañados estos por alumnos de la universidad de Yale en otoño de 1968, tal como refleja deliciosamente el libro Las Vegas Studio: Images from the Archive of Robert Venturi and Denise Scott Brown[2]

Pensemos por un instante como en apenas 30 años pasamos de la Villa Savoye a Las Vegas.

Pero es que en 30 años más, alrededor de 1990, una revolución del mismo impacto o mayor, va a tener lugar, de la mano del ordenador, las placas de silicio y la conexión del todo con el todo que ha supuesto internet. La revolución digital vuelve a poner patas arriba todo lo adquirido, cuestionando lo aprendido desde sus fundamentos, transformando la manera de pensar y proyectar la realidad amalgamada en un todo convulso e irritantemente veloz, que apenas deja espacio para la reflexión.

Imaginemos el Congrexpo de Lille, de Rem Koolhaas, o la fase de proyecto del Guggenheim de Bilbao que posteriormente se construyo entre 1993 y 1997, la estación de bomberos de Zaha Hadid de 1993 o el Museo Judío de Berlín de Daniel Libeskind, concurso ganado en 1989, justo el año de la caída del muro, e inaugurado en 1999, por fijar solamente algunos proyectos muy conocidos que de una manera u otra están a caballo de la revolución digital

Las vanguardias de principios de siglo XX, la contracultura social y política de principios de los 60 y la revolución digital de mediados la década de los 90, así lo atestiguan. Una revolución tras otra cada 30 años. Un cambio de paradigma urbano y arquitectónico cada tres décadas. En otras palabras un cambio de escenario radical debido a una sola transformación de calado, una tras otra.

Sin embargo me aterra como hoy de forma mucho más amplia y sin duda excitante y cautivadora, a la vez que extrema y agobiante, nos encontramos ante un panorama repleto de transformaciones disruptoras del status quo que avanzan a toda velocidad hasta el punto que en un momento muy próximo alcanzaran la madurez necesaria para cambiar, no podemos ni imaginar hasta que punto, el mundo tal como lo entendemos hoy.

Me refiero a un quinteto de transformaciones realmente brutal que parece que a partir de 2020, es decir 30 años después de 1990, van a llegar a un nivel suficiente de maduración que teniendo su capacidad de modelar nuevas realidades y comportamientos, pueden darle la vuelta como a un calcetín a nuestra realidad.

Este grupo de 5 nuevos escenarios, lo componen la robótica y el mito del fin del trabajo, la movilidad autónoma y el fin de las redes de transportes tal como las entendemos ahora, la nueva energía y el fin de la fósil-dependencia, la genómica y el fin de círculo nacimiento, vida y muerte y la computación quántica y el fin de la lógica binaria.

Nada más ni nada menos.

Si cada una de estas transformaciones tiene el potencial por sí misma y aisladamente de transfigurar los límites de lo conocido hasta hoy, ¿podemos realmente imaginar como dibujaremos el mundo cuando todas estas revoluciones operen a la vez interactuando?

Y mas específicamente, ¿podemos imaginar cómo será la arquitectura, cómo serán nuestras ciudades?

Quizás alguien diga que no va a cambiar nada en la arquitectura por mucho que se implanten estas revoluciones. Incluso aunque se implanten a la vez.

Personalmente, yo no se lo que va a cambiar, pero si creo que si la arquitectura es un termómetro especialmente fiel del comportamiento urbano y social, cabe pensar que nuestra sociedad va a cambiar, nuestra arquitectura va a cambiar, y si cambia la arquitectura, cambia la ciudad, o viceversa, si cambia la ciudad, cambia la arquitectura.

En la imagen, Robert Venturi y Denis Scott Brown circulando en Las Vegas durante el mítico viaje de investigación.

 

 

[1] VENTURI, Robert,  SCOTT BROWN Denise, IZENOUR Steven, Learning from la Vegas, Editorial The Massachusetts Institut of Technology MIT, Cambridge, 1972

[2] STADLER Hilar, STIERLI Martino, Las Vegas Studio: Images from the Archive of Robert Venturi and Denise Scott Brown, Editorial Scheidegger and Spiess, Zurich, 2009

 

 

 

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.