En el Ámbito de lo Posible

En el Ámbito de lo Posible

Contrariamente a lo que se suele creer, la brecha digital no es la distancia que separa a aquellos que nos desenvolvemos con mayor o menor dificultad en la era de internet, respecto a los que se quedaron en la antesala de la alfabetización digital. La brecha digital nos arrincona a todos sin excepción al hiperespacio de la ignorancia.

Ese hiperespacio, nos ha devorado debido a que la proporción de conocimientos se ha acelerado tanto, y a su vez se ha hecho tan accesible, que la distancia entre lo que sabemos y los que se sabe es a todas luces infinita, construyendo así un vasto océano de ignorancia que ni todo el esfuerzo del mundo, ni toda nuestras capacidades, nos permitiría navegar con solvencia. Ya lo decía Savater, el último sabio fue Spinoza. Dicho con la lógica anterior, Spinoza fue el ultimo ser humano que pudo transformar esa brecha en una fisura.

Es por eso que hoy podemos afirmar que la crisis profunda de conocimiento es innegable, no porque no haya conocimiento suficiente, sino todo lo contrario, el conocimiento es tan ingente que no cabe ni una infinitesimal parte del mismo en la memoria de un individuo.

Dentro de los grandes temas que si tenemos conocimiento, aunque sea superficial, está el conocimiento negativo. Sabemos o nos parece que sabemos algo de el desajuste ecológico, la exclusión social, la explotación sin límites de los recursos naturales, la búsqueda encarnizada de beneficios y el crecimiento de las desigualdades, etc. Estos temas, que duda cabe, residen en el corazón de los problemas contemporáneos que los media, a veces informativos, otras deformantes, han expandido a base de repetir cansinamente los grandes desastres de la modernidad y la postmodernidad. Y esa cantidad de información, que no de conocimiento, han ocupado muchas reservas de nuestra atención.

Sin embargo todos los múltiples ejemplos existentes donde individuos de todo tipo y condición se organizan alrededor de iniciativas originales e innovadoras parecen quedar enterradas en el alud de la ruidosa información a desbrozar. La brecha, un verdadero acantilado que exige de compromiso y esfuerzo personal, debe empezar a quedar, cuanto menos, minimizada a fuerza de comunicar avances y experiencias poderosas e interesantes para los múltiplos ámbitos del conocimiento aun desligados.

Es por esta razón tan simple que no solamente debemos seguir alentando y celebrando las acciones locales de transformación real e incisiva, sino que, hoy más que nunca, dar el eco que se merecen, exponerlas y hacerlas accesibles. En otras palabras, debemos en todo lo que podamos contribuir, a ampliar el ámbito de lo posible.

Saber de acciones concretas, ilustrarlas y promoverlas es cerrar la creciente brecha de conocimiento. Estudiarlas, hacerlas compatibles, entrelazarlas, construir un relato entre ellas es hacer llegar el mensaje que no todo está perdido, sino que hoy se empieza a ganarlo.

No es una cuestión de debatir entre puntos de vista optimistas o pesimistas, es simplemente hacer llegar el mensaje que no hay que dejarse llevar por la sinrazón del pensamiento apocalíptico y agorero.

Diría más, la radical diferencia entre un tipo de pensamiento positivo y ambicioso en lo propositivo y un relato pesimista y nulo en lo proyectual, es el nivel de ignorancia. Es decir, un pesimista es un soberano ignorante. Alguien realista, por tanto, alguien que se jacta de conocer la realidad es alguien que conoce, alguien necesariamente optimista. Y alguien que divulga el optimismo es alguien que contagia conocimiento.

Por tanto, y me gusta como suena, no existen pesimistas, existen ignorantes, y no existen optimistas, existen informados, o mejor dicho, conocedores. Los pesimistas militan en su ignorancia, los optimistas conquistan a cada paso un trocito más de realidad. Y entre un militante y un conquistador, prefiero el que arriesga y gana, el ampliador de la realidad.

En este sentido les propongo que, piensen lo que piensen, se dejen abrazar por Demain un excelente documental[1] a dos voces, que simplemente pone a su alcance en poco menos de dos horas, las herramientas fundamentales para que la realidad sea capaz de dar tal vuelco que pueda llegar a cambiar más pronto que lejos, la manera en como nos alimentamos, como consumimos energía, como desarrollamos un nuevo sistema económico enriquecedor, como transformamos la democracia y como diseñamos una nueva educación.

Hoy, en términos generales, y seguramente al abrigo del desconocimiento de muchos, ya ha empezado un mañana.

Un Demain que pone el acento en hacernos llegar las propuestas demoledoramente fáciles de entender y de ejecutar que afectan a la agricultura, la energía, la economía, la democracia y la educación. Un Demain que evidentemente si es capaz de trastocar estas variables fundamentales de la realidad, estará tocando la naturaleza misma de nuestras ciudades y nuestra arquitectura. Demain, es una fuente de conocimiento positivo, real, que incide en la realidad y que lo hace de forma radical, es decir, desde la raíz. Demain es un reto intelectual de primer orden, precisamente porque pone en el primer plano de la realidad la conjetura de que sino damos un vuelco a toda la información basura y vendible de lo desastroso, es porque simplemente nos da pereza.

Hay que darse prisa, antes de que Demain, sea ayer.

En la imagen, una de las fotografías usadas para la campaña del documental Demain, 2015. Realizado y dirigido por Cyril Dion y Mélanie Laurent. El film ha recibido el premio Cesar al mejor documental.

 

 

[1] https://www.demain-lefilm.com/en/film

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