Contribuciones: Carlos Pereda y Óscar Pérez. #PonBellezaEnTuVida

#PonBellezaEnTuVida*

1_ Aproximación al término Belleza

El territorio de la belleza es un concepto, que de forma histórica, ha sido ampliamente explorado, por ello sabemos que la idea de belleza no responde a una cuestión estática, sino que su significado está en perpetua y compleja evolución.

Al mismo tiempo, poder concretar los conceptos que definen el término belleza, ha sido desde siempre una tarea de enorme envergadura y complejidad. También es verdad, que ha pasado por momentos donde su definición era una tarea del todo innecesaria, no significando ningún sustento de valor, como es el caso de la modernidad.

La belleza no es sólo física y material, estamos hablando de una belleza profunda más allá de los hechos, de sus formas…etc. Recordamos ahora a Stefano Zacchi en su libro La Belleza donde afirma que se le ha negado a la belleza cualquier posibilidad de ser una forma de saber.

La percepción de la belleza es un hecho íntimo, individual y, en cierta forma, involuntario. Su manifestación aparece en ese instante donde aflora la emoción, esa pausa detenida que pertenece sólo a cada hombre y lo relaciona con el mundo.

2_ Belleza y Arquitectura | una vinculación obligada

Hemos crecido con la arquitectura como el arte de crear espacios con razón de necesidad, en definitiva como una poética en la resolución de lo necesario.

La arquitectura no se limita a domesticar el espacio como decía Karsten Harries: cualquier arquitecto reconocerá que la tarea de la arquitectura consiste en proporcionarnos espacio; pero su segundo deber no es otro que mediar en nuestra relación con la realidad temporal. A tal efecto, debe estructurar ambas dimensiones para que se correspondan con las necesidades del hombre y vayan constituyendo un ideario cultural. Y en esos dos caminos es donde el arquitecto debe buscar la belleza.

La arquitectura siempre debe perseguir la belleza, está implícita en su origen, de lo contrario no hablaríamos de arquitectura sino de una disciplina exclusivamente técnica. La fascinación de la arquitectura reside ahí. Lo que ya Vitrubio expresaba con el cumplimiento de la triple condición: utilitas, firmitas y venustas ha sido siempre el intento de la arquitectura.

No es sólo un problema técnico, ni formal, ni un proceso de formalización estético, ni tampoco una resolución exclusivamente organizativa y económica: es la consumación espacial de una decisión intelectual ligada al hombre y a su tiempo; debe ser, en definitiva, el resultado consecuente de los requisitos del proyecto donde el trabajo en torno a la creatividad del espacio, el análisis del tiempo, el estudio crítico de las necesidades, la investigación disciplinar y el servicio sean herramientas que construyan la forma, atenta a la función y la emoción al mismo tiempo. De lo contrario ésta caería en una disciplina puramente instrumental.

En los últimos años se ha querido presentar la belleza como lo contemporáneo o lo actual mucho más cercano a lo decorativo que a lo permanente.

Sin duda alguna, las consecuencias de la creciente preocupación por la imagen y su producción del mundo global y en concreto de la cultura arquitectónica contemporánea, hacen que en el mundo actual dominado por la estética, la imagen amenaza con convertirse en el fin de la propia arquitectura. En esta cultura del consumo estético, el discurso de la arquitectura en ocasiones se ha estructurado en gran medida desde la seducción, una gratificación instantánea, convirtiéndose de este modo en un ejercicio ausente de su propia necesidad y reducido a un juego superficial de formas vacías.

En nuestra opinión, la misión final de ésta no consiste en crear sentimientos de forma directa, sino definir unos ámbitos donde estos se produzcan. La tarea de la arquitectura no reside en hacernos reír o llorar. La arquitectura y su belleza está lejos del puro deleite de los sentidos: tiene una dimensión más responsable y ajustada a los problemas concretos de los que surge.

La belleza de la arquitectura, durante siglos asociada a cánones clásicos, y en los últimos años secuestrada por lo icónico y lo espectacular, reclama un nuevo sentido acorde con las exigencias tan difíciles del presente. Ésta debe estar ligada a la reflexión en torno al hombre, su espacio y su tiempo más allá de los propios límites de la función. Y en ella confluyen las formas, sus dimensiones, la proporción de los espacios, la luz que los ilumina, los materiales que la definen…etc., en una relación anisótropa del proyecto con todos ellos y que constituyen algunos de los factores que ya Ruskin describía intentando definir los procesos estéticos de la belleza física arquitectónica.

El diseño no es hacer belleza, la belleza surge en el proceso, por selección. El diseño concierne al cómo más que al qué, sin olvidar que en ningún caso se debe equiparar con perfección. La belleza de la arquitectura para nosotros radica en lo ordinario, en hacer de lo pequeño y necesario algo grande y atento.

Sin duda alguna, la belleza en arquitectura no es libre, ya que está sustentada en el compromiso de la función, a diferencia de otras artes que se figuran para exponerse sin más ataduras que la de hacerse ver frente al fin de habitar de la arquitectura.

3_ La Belleza y el arquitecto.

La noción de Belleza lleva a la problemática de la expresión. La propia condición humana implica una voluntad de expresar: el objetivo de la vida es expresar decía L. Kahn como acto inconsciente de la voluntad de ser y de estar implícitas en la propia existencia humana. El arquitecto elige y decide las naturalezas de los espacios mostrando la voluntad de existir de un determinado modo más allá de lo puramente funcional. La esencia del arquitecto se encuentra en la búsqueda del umbral donde la voluntad de ser, expresarse, encuentra la voluntad del estar, relacionarse.

Más allá de la belleza propia de la arquitectura hay otra que rodea al hecho arquitectónico; nos  referimos a la que aparece como opción personal en forma de relación entre el individuo y su mundo exterior. La belleza del arquitecto aparece cuando su empuje, su energía y su trabajo hace que su disciplina supere el rasgo de lo puramente utilitario dejando que la arquitectura sea una mera disciplina técnica. L. Kahn afirmaba, después de visitar las termas de Caracalla, es siempre una maravilla contemplar cuando el hombre aspira a ir más allá de lo estrictamente funcional. Su belleza se encuentra en la poética resolución de lo necesario como apuesta vital más allá de la línea que delimita el cumplimiento riguroso y honesto de lo que se le pide.

Para los arquitectos, la relación, se sustenta en los hechos con los que intentamos servir a la sociedad. Al fin y al cabo, esta es nuestra forma de diálogo, servir. Y lo menos que podemos hacer en servicio de algo es comprenderlo. El arquitecto debe, por tanto, conocer y comprender su mundo, desde lo más disciplinar a lo más tangencial, sin olvidar que su labor no debe ser un recinto hermético, donde preservar lo sensible en lo inteligible.

Vitrubio definía al arquitecto tanto como el técnico de la edificación como el artista capaz de entender el significado de aquello que construye. Y de esta forma debía conocer la filosofía, la matemática, la poesía, la música y muchas otras disciplinas para ser capaz de dar expuesta a todo aquello que estas enseñan y conforman su tiempo.

El trabajo del arquitecto gira en torno a las dificultades para reconciliar las exigencias de un mayor éxito repentino con el pausado proceso reflexivo de lo que es apropiado hacer, o de lo que el proyecto debe ser. Se trata en todo caso de evitar el capricho, de hacer cualquier cosa entre las muchas que se pueden hacer. A él se opone el acto y el hábito de elegir entre las muchas cosas que pueden ser, precisamente aquella que reclama ser hecha. El arquitecto debería rechazar las modas. De este modo se apartan acciones que aportan seguridad superficial y una falsa aceptación y consumos inmediatos de su propio trabajo, muy distinto de la belleza atemporal. Este camino de ningún modo tiene por qué cerrar la ideación, que no fantasía, apoyada y ligada a situaciones objetivas que el arquitecto no puede ignorar. La fantasía es instantánea, los proyectos de arquitectura no lo deben ser. El arquitecto debe distinguir lo curioso de lo bello.

No debemos olvidar que la consecución de la belleza en la arquitectura es sucesiva y coral. El conocimiento de toda obra arquitectónica se apoya en su pasado, en la belleza aportada por otros arquitectos. Nos gusta recordar de Siza, como lo describe J.A. Cortés, la singularidad de las cosas evidentes de sus proyectos, donde reformula con mágica sencillez lo cotidiano y la cualidad poética de sus trazos sobrepasan la capacidad del análisis comprensivo de la obra arquitectónica: Siza nos hace tener siempre bien presente la difícil práctica de lo sencillo.

El arquitecto no surge de la nada, forma parte de un continuo; debe aportar algo propio, que será esa particularidad que identifica la obra de cada arquitecto, que lo hace original en su actividad. Por tanto, la analogía es el mecanismo central de la actividad creativa tanto en la formación del arquitecto como en el ejercicio de la arquitectura.

La crisis está cambiando el modelo profesional y entre los escasos efectos positivos que nos deja es el periodo de reflexión acerca de lo que la sociedad necesita, lo que la arquitectura debe ser y dónde los arquitectos debemos estar, recuperando el valor de la profesión, humanista y técnica, al servicio de la sociedad.

Hemos caído en la tentación de maravillarnos sólo con la presencia del presente, en el que la sociedad del espectáculo se ha dejado seducir por las gratificaciones instantáneas. Seguramente estamos en los albores de una nueva época, de un nuevo racionalismo económico, efecto de la crisis de los excesos y el consumo rápido. Frente al riesgo de que éste se convierta en moda, los arquitectos deberán permanecer en la búsqueda de la belleza como actitud vital y de servicio.

4_Belleza y actitud

El hombre, más allá de la arquitectura debe ser consciente, de su realidad, de sus necesidades, en definitiva de su  tiempo. Si no sabemos lo que nos pasa, eso es lo que nos pasa afirmaba Ortega y Gasset.

El hombre,  como tal, más allá de su condición de arquitecto, como antes se ha explicado, está necesariamente vinculada a la relación con su contexto. Se puede entender que una de las formas naturales que tiene el hombre de relacionarse con la realidad del mundo es a través de la Belleza. Ésta supone una interrelación directa entre un emisor y un receptor cuya visualización se puede compartir pero no transmitir, siendo ésta un valor inmaterial.

Recientemente leíamos sobre la belleza relativa a la relación entre personas en el mundo oriental  acerca de la cultura de lo gastado, de lo usado, en una exposición de Koo Bohnchang, que la poca sofisticada cultura occidental no llega a apreciar. Ésta adquiere un lugar privilegiado en las formas de relación desde el conocimiento. Y de esta forma, las capas de lo desgastado, ganan en belleza según van configurando la propia vida de los objetos, los espacios, de las personas.

La belleza puede ser una opción vital en la forma de relacionarse con la sociedad, con el paisaje, con la cultura, con el individuo, desde el servicio, y cómo resultado, esa belleza queda reflejada en el autor: nos podemos referir a él como una persona bella. Nos gusta la definición da Belleza como una promesa de felicidad de Henry Marie Beyle.

Según Jim Rohn, te convertirás en una combinación de las cinco personas con quienes pasas más tiempo y aquí, en esta cuestión, radica un compromiso coral para mejorar nuestra sociedad.

Al mismo tiempo, nosotros tenemos bien presente nuestro agradecimiento a la arquitectura por habernos permitido descubrir el mundo y su  belleza desde su óptica.

Ahora vienen a nuestras mentes, personas, proyectos, paisajes, bodegones de hechos en el tiempo que nos han mejorado desde la Belleza y que nos hacen sonreir… #ponbellezaentuvida

*#ponbellezaentuvida es un hashtag que nos ha permitido enlazar una profunda amistad a los largo de #instantescomoaños con Miquel Lacasta

La imagen del post tiene por título Las múltiples capas de un proyecto, de Carlos Pereda

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  1. […] descriptivo y delicioso texto que me regaló Carlos Pereda con el imperativo #PonBellezaentuVida (https://axonometrica.wordpress.com/2014/01/27/contribuciones-carlos-pereda-y-oscar-perez-ponbellezae…), o el explícito también Lo Bello y Lo Siniestro […]



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