Documentar el Vacío, La Paradoja Arquitectónica de Rachel Whiteread

Documentar el Vacío, La Paradoja Arquitectónica de Rachel Whiteread
¿Hay algo más anti-arquitectónico que rellenar un espacio hasta que la vida en él es imposible? O dicho en positivo, ¿hay algo más arquitectónicamente supremo que poder documentar el vacío que configura la arquitectura?
Rachel Whiteread nos interpela a reflexionar sobre eso en cada una de sus obras. Nos empuja hacia la paradoja provocando una seductora sensación de familiaridad que de inmediato se transforma en un inquietante sentimiento de exclusión.
Y es que las juntas entre arquitectura y arte chirrían algunas veces. Otras están tan bien engrasadas e integradas que se confunde la transición entre ellas. La obra de Rachel Whiteread participa también de esa contraposición paradójica. Whiteread hace chirriar desde el arte las costuras de la arquitectura creando fantasmas espaciales de una contundencia física brutal. A su vez, todas sus esculturas desbordan de una atmósfera que subliman la esencia misma de la arquitectura, el vacío.
La obra de la artista británica es capaz de dar la cara y el envés al mismo tiempo de lo que habitualmente llamamos arquitectura. Diría más, al mismo tiempo Whiteread nos planta ante la cara y el envés del tiempo.
Un espacio, cualquier espacio que cualquiera de nosotros pueda usar, es de una fragilidad teatral. Las paredes, las puertas, las ventanas no son más que una escenografía de la actividad humana, instantánea, fugaz, diferente en cada instante, en cada momento. El espacio temporal inducido en el espacio arquitectónico es inasible, no mayor por otro lado que el rastro que el recuerdo y la emoción dejan impreso en el espacio arquitectónico. Whiteread petrifica la fugacidad, hace del tiempo fluido un tiempo muerto, estancado, parado.
No es de extrañar pues que la crítica se refiera al trabajo de la artista como una arqueología del lugar, como si fueran antiguas ruinas contemporáneas, paisajes congelados en el tiempo.
La vuelta al calcetín que propone rellenando de hormigón, yeso o de fibra de vidrio las entrañas de una vivienda cualquiera se nutre de una paradoja esencial: documentar sólidamente el vacío. Transformar en expresión espacial cerrada todo lo que suele considerarse como el negativo de la arquitectura, el espacio que la contiene.
Este dispositivo operativo de la obra de Whiteread, es decir hacer de lo interior lo exterior, hacer de la piel, cuerpo, lo construye siempre sobre blanco. Sus esculturas, ella misma habla de esculturas tímidas, yo me atrevería a decir que casi mortecinas, pálidas hasta lo enfermizo, no dejan de ser salvajemente inquietantes, tan inquietantes como visitar la antigua ciudad de Herculaneum, una de las ciudades sepultadas por el Vesubio y fuente de inspiración constante de la artista que como un telón de fondo de sus obsesiones, le persigue en cada nueva obra.
No puedo aquí dejar de pasar por alto la simbiosis, también inquietante, entre su apellido, whiteread, literalmente lectura blanca, con la pálida lectura que nos ofrece toda su obra realizada en blanco, blancos rotos, grises casi blancos. Aún estoy más inquieto.
A lo largo de la creciente fascinación de Whiterad por las unidades más básicas de la arquitectura, la barraca, el cobertizo, la casa, el almacén, la artista evoluciona hacia una obsesión más elemental basada en todo aquello de escala pequeña que uno puede encontrar en el trasdós de una fachada, una ventana, una puerta, una librería. Ese zoom tan disciplinarmente arquitectónico, fascina por la naturalidad como pasa de lo monumental a lo minucioso, como si eso fuera tan fácil.
Por último, cabe remarcar que remarcar Rachel Whiteread fue la primera mujer que ganó el premio Turner en 1993, cosa que bajo mi espesa capa de obsesiones.
Whiteread se ha convertido en la antiarquitecta más arquitectónica que uno pueda imaginar.
En la imagen una de las esculturas que forman parte de la Shy Series. En este caso la obra consiste en el hormigonado interior de las cabañas Nissen de fabricación inglesa que habitualmente tenía un uso militar. Rachel Whiteread, Nissen Hut, 2018, Dalby Forest, North Yorkshire. Photo: P A Black © 2018.