Je Suis Charlie
Tanto por razones profesionales como por razones personales, tengo una relación muy intensa con Francia, un país admirable entre otras muchas cosas, por la habilidad institucional en aceptar al otro, y que como cualquier otra cultura, es capaz de atesorar tantos valores brillantes, como contradicciones profundas.
Por otro lado, sigo convencido que no vivimos en un tiempo donde los relatos sencillos y lineales puedan dar satisfacción. En la gestión de la complejidad reside una parte del reto intelectual que nos permite entender mínimamente nuestro entorno, no solamente en el campo de la arquitectura, sino en todas las facetas de la vida.
De todas formas, en los momentos en que uno se siente golpeado en lo más profundo de sus convicciones por el ardor del fanatismo y de la barbarie, la única reacción posible toma la forma de una afirmación contundente, sin matices, sin excusas, sin segundas lecturas ni falsas retóricas.
Por tanto, no podía empezar de nuevo con las ideas y las reflexiones que van desfilando por este blog, sin afirmar mi libertad diciendo algo muy simple, casi mínimo, pero a la vez densamente cargado de sentido: Je Suis Charlie.
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