Contribuciones: Josep Ferrando, Arquitectura Paulista
Posted by miquel lacasta on 10 de noviembre de 2014 · Deja un comentario

Arquitectura Paulista
A finales de los años 50 un grupo de arquitectos afincados en Sâo Paulo sentaron las bases de una arquitectura particular por su relación con el lugar, y a cuyas obras se las aglutina bajo el término de Escuela Paulista.
La especificidad del paisaje americano, así como la situación social y política de Brasil, condujeron a este grupo a pensar un nuevo diálogo espacial y temporal de la arquitectura con su territorio. La geografía americana contrasta con la escala del paisaje europeo, lo que motivó en estos arquitectos la voluntad de construir un lugar común entre el territorio y la persona que humanizara la naturaleza, un lugar que se convirtió en el ágora de la sociedad.
La arquitectura determina y construye lugares que no existían antes, es decir, activan el espacio vacío para darle carácter.
Para los arquitectos de la Escuela Paulista el vacío dejó de ser consecuencia de una descomposición o una ausencia de materia, para pasar a ser el elemento constitutivo. Tenía una presencia trascendente como componente esencial de la obra, mientras la materialidad perdía importancia a favor de la cavidad.
La definición de este vacío activo viene dada por dos elementos autónomos que establecen una relación dialógica: suelo y techo. Las obras paulistas se caracterizan por la definición de estos dos límites: el arreglo del suelo mediante operaciones de desmonte y terraplenado, sobre el que se dispone un techo universal, una cubierta que hace funciones de cielo. El programa otorga grosor a los límites, sin que estos pierdan la individualidad que garantiza el vacío activo entre ellos.
Joâo Vilanova Artigas (Curitiba, 1915-1985) fue el pionero en esta nueva manera de entender la arquitectura, cuya trayectoria, iniciada en los años 30, cuando entra en la Escuela Politécnica, se cierra en 1985, como profesor titular de la FAU. Empeñado en institucionalizar la actividad artística ante una clase dirigente provinciana y marcada por las herencias colonial y periférica, es a finales de los años 50, que Artigas comenta un ensayo de Martin Heidegger en el cual el filósofo aproxima las palabras alemanas de ser y construir, apelando para un significado más amplio de construir, como criar o habitar. A partir de entonces, la casa se convierte en el laboratorio de pruebas que posteriormente aplicará en otros proyectos, y que servirán de ejemplos prácticos para acompañar este escrito.
Los arquitectos paulistas contaban con otras personalidades como Rino Levi (São Paulo, 1901- 1965), Affonso Eduardo Reidy (Paris, 1909-1964), Lina Bo Bardi (Roma, 1914-1992) o Paulo Mendes da Rocha (Vitória, 1928), configurando un grupo con un pensamiento coherente y unitario.
Las principales estrategias de la Arquitectura Paulista se resumen en cuatro decisiones: la manipulación de la cota cero; una volumetría unitaria con una cubierta-fachada única que actúa de gran lucernario; un osado lenguaje estructural que define la forma y la relación interior/exterior; y la construcción de un vacío interior en forma de plaza, patio o vestíbulo abrigado por el programa.
Arquitectura geográfica
La modificación de la topografía es el primer acto de asentamiento en el terreno y de pertenencia a la extensa geografía americana, dibujando un nuevo horizonte más cercano, que haga más amable la fuerte presencia de la naturaleza.
La construcción de un paisaje interior abierto al exterior, en contacto con la topografía rectificada, permite dar continuidad al perfil del terreno y la arquitectura, anclándola en el lugar, en continuo diálogo con el entorno.
A finales de la década de los 50 Artigas halló que era necesario cambiar la tipología de la casa paulistana para pasar a ser pensada como un objeto con cuatro fachadas más o menos iguales que se ajustaran al paisaje como una unidad.
En la casa José Mário Taques Bittencourt núm.2 (1959) el volumen de servicios ocupa el subsuelo en la parte frontal del terreno, construyendo un nuevo territorio mediante el uso de un muro de piedra. Este paramento divide la zona de entrada de las dependencias de empleados, e impide la conexión visual con el exterior. En planta baja y primera todos los ambientes quedan entrelazados a través del patio central, ampliando la sensación espacial de los ambientes y convirtiéndose en punto focal de contemplación más que espacio de separación. El programa está distribuido en niveles desfasados conectados mediante rampas que absorben la ligera pendiente que tiene el solar en relación a la calle.
Volumetría unitaria
La ocupación del territorio desde la racionalidad formal y constructiva dando la espalda a la trama urbana que, de forma desmesurada y rápida, había ocupado el paisaje urbano, y con una cubierta continua que genera un nuevo horizonte sobre el paisaje a la vez que cobija diferentes espacios.
Una envolvente única y continua construida en hormigón armado acota el ámbito de los edificios de un solo gesto y hace presente el peso en contraposición a la levedad que expresa, por ejemplo, la arquitectura carioca, término que acoge la obra realizada por los arquitectos formados en Río de Janeiro.
Son obras que buscan el valor de la gravedad con el uso de formas pesadas que al llegar cerca de la tierra niegan, dialécticamente, esta cualidad. Se sitúan en el paisaje, con cierto respeto por la manera como se sientan en la tierra, como se equilibran, y como expresan, a través de la levedad, la dialéctica entre el hacer y la dificultad de realizar.
Un camino y una explanada fijan la posición del edificio de la Faculdade de Arquitetura e Urbanismo de Sâo Paulo (1961), dibujando, entre un extenso territorio de frondosa vegetación, el horizonte marcado por un único paralelepípedo. Un único techo donde las vigas en V minimizan la presencia de la estructura y deslizan la luz al interior.
El alzado y la sección transversal ponen de manifiesto la organización funcional, con un escalonamiento invertido desde los lugares más individuales a los más colectivos en el sentido ascendente que explicitan el gran vuelo del último nivel como umbral a escala urbana.
Estructura espacial
La enseñanza de la arquitectura en Sâo Paulo tenía una fuerte componente técnica, vinculada a la ingeniería, a diferencia de lo que sucedía en Río de Janeiro, donde la enseñanza de la arquitectura constituía una rama de la escuela de Bellas Artes, basándose en los principios neoclásicos franceses. El curso de Arquitectura era, en el fondo, un curso de Ingeniería Civil que incluía un programa de Pequeñas y Grandes Composiciones, clases de Historia de la Arquitectura y una cátedra de Estética y Urbanismo.
Esta formación determinó una actitud frente a los proyectos que llevó a la interpretación de todos los programas como grandes equipamientos públicos, con estructuras dimensionadas para salvar grandes luces que no desempeñaban el papel humilde de esqueleto, sino que expresaban la elegancia de vanos mayores, de formas leves.
La estructura, como dominio de la técnica, representaba la domesticación del territorio y, por lo tanto, era un elemento de mediación con la naturaleza.
Un elemento muy importante en la plástica estructural de la arquitectura paulista es el punto de encuentro entre la cimentación y el techo. La zapata, igual que el territorio rectificado, emerge del suelo para recibir la viga de hormigón, sin transición del pilar. Esta idea de columna sin fuste, es decir, de contacto directo entre la base y el capitel construye complejos y confortables umbrales que responden a la escala humana a la vez que se ponen a la altura de la escala de la geografía.
El mejor ejemplo lo podemos ver en el apoyo que Artigas usó para el proyecto del Garaje de barcos (1961), donde ocho pilares se apoyan en la cimentación por medio de esferas de acero.
El uso de la jerarquía entre diferentes ejes de pilares permitió otorgar mayor levedad a los volúmenes, sin necesidad de grande esfuerzos estructurales.
Es el caso del proyecto para los vestuarios del Sâo Paulo Futebol Clube (1968), un bello volumen de 130 metros de largo que parece flotar en el paisaje debido a una modulación estructural cada siete metros, donde solo los apoyos extremos se muestran en fachada, mientras que los demás se reculan y se pintan de color grafito, en favor de la sombra que otorga levedad a la construcción. Hace uso del color para, de nuevo, jerarquizar los pilares, relacionándolos con el vacío interior o con la escala exterior.
Vacío democrático
La sencillez volumétrica exterior se contrapone con un espacio interior complejo.
Es un lugar sin puertas, exterior pero acotado y abrigado por el programa, el cual se dispone como un continuum mediante rampas, medios niveles y diferentes alturas, con la voluntad de construir un lugar interior con atributos de espacio exterior, de acomodarse mejor a la topografía y de evitar una lectura por estratos de la obra.
El vacío no es un lugar de división, es el espacio de convivencia donde se concentra la circulación que permite que los espacios de alrededor sean más fluidos, ampliando la sensación espacial de los ambientes y convirtiéndose en punto focal de contemplación. Las rampas se entienden como calles plegadas para reforzar la lectura del espacio interior como una ciudad donde transcurren escenas urbanas.
Las grandes vigas continuas de hormigón permiten elevar el volumen y liberar estructural y funcionalmente la planta baja, convirtiendo este espacio en la puerta de los edificios. Este umbral traspasa los límites del edificio y tiene continuidad hasta la calle, hasta el tejido urbano, otorgando al vacío interior carácter de plaza, de lugar de convivencia.
La construcción de estos patios-plaza no estaba exenta de intencionalidad política, en un momento de ausencia de libertades debido a la Dictadura, este vacío se convirtió en el ágora o el foro de las ciudades antiguas, en el espacio democrático donde todas las actividades se cruzaban. Era el lugar que reflejaba el compromiso social y político de este grupo.
La semejanza con la época post-revolucionaria ayudó a estos arquitectos en su empeño por la búsqueda de una arquitectura nacional como signo de independencia cultural y política del país, como instrumento de cambio. Empezó el interés por los materiales de la industria moderna, que introdujeron conceptos como seriación, racionalización o prefabricación, y el uso del hormigón como masa escultórica donde se expresaban las huellas del proceso constructivo, del esfuerzo de la sociedad.
En 1958 el gobierno del Estado de Sâo Paulo creó un plan para la construcción de equipamientos escolares que permitió pensar en un nuevo modelo constructivo y pedagógico: constructivo en cuanto a potenciar el desarrollo industrial del país; y pedagógico por la renuncia de la enseñanza como coacción y el paso a un modelo de convivencia explícito a través de la arquitectura con la construcción de la plaza central.
El Gimnasio de Itanhaém (1958) fue la primera obra que señalaba esta actitud, pero el edificio de la FAU-USP es el mejor ejemplo de la nueva visión de la arquitectura y la sociedad. La arquitectura y el plan docente son indisociables en este proyecto, donde Artigas también se responsabilizó de la enseñanza, entendida para él como un saber compartido y necesariamente interdisciplinario.
La Escuela Paulista definió una arquitectura que se situaba a la escala de la geografía: para dar orientación a los ciudadanos desde el exterior y para contemplar el paisaje sin necesidad de huir de él desde su interior. Proyectaron nuevas geografías donde asentarse los volúmenes compactos y unitarios que definirían nuevos horizontes físicos y sociales.
Josep Ferrando es arquitecto y profesor en múltiples universidades desde 1998. Más información en www.josepferrando.com
En la imagen el Club de Yates Santa Paula de Vilanova Artigas de 1961. Mas información en http://alrededordelaarquitectura.wordpress.com/2014/04/04/viernes-clasico-club-de-yates-santa-paula-vilanovaartigas-sao-paulo-1961/
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