Geografías Interactivas
En el marco del pensamiento estratégico urbano, el de las decisiones de escala territorial que aterrizan en la ciudad, se extienden por el paisaje y acaban en la arquitectura, una lectura contemporánea de la geografía es importante.
En otros textos ya se ha comentado la importancia de lo geográfico como instrumento para mapear una realidad multicapa, donde se superpone la realidad cultural, social, económica, tecnológica y política de un territorio. La importancia de la geografía reside en que estos mapas se extienden sobre los accidentes del territorio, los valles, las cuencas de los ríos, las cordilleras o los deltas, y ciertas orografías son determinantes a la hora de preconfigurar una relación espacial concreta y específica.
La geografía importa porque en primer lugar está la relación entre lo social y lo espacial: entre la sociedad y los procesos sociales, por un lado, y entre el hecho y la forma de la organización espacial de ambos, por otro lado.[1]
En otras palabras, la geografía es un instrumento que relaciona un tejido social complejo con una organización determinada del espacio.
Ahora bien, esta relación no está ni predeterminada, ni forma parte de un elenco de geometrías arquetípicas. Si bien es cierto que hay similitudes entre la organización del espacio urbano en relación a una determinada topografía, alimentada por una determinada situación socioeconómica, es también cierto que ni hay dos geografías idénticas, ni hay resoluciones formales calcadas.
En el mejor de los casos podríamos hablar de familias de comportamiento y resoluciones espaciales cercanas. Para poner una ejemplo, la organización informal de una favela en Rio de Janeiro se parece a los asentamientos irregulares de la ciudad de Medellín. Aún así, ambas realidades emparentadas por la forma, no son en nada parejas en los detalles, ni en las estructuras profundas que configuran esas realidades paralelas. Pueden y de hecho, comparten similitudes, pero también pueden llegar a ser enormemente dispares.
Por tanto hay una especificidad en cada geografía que es determinante. Determina, como decíamos antes, la organización social, cultural, económica, tecnológica y política de un territorio.
Hasta hace bien poco, la geografía se tomaba como un todo, como un conjunto más o menos regular que hacía la función de receptáculo urbano.
Hoy sabemos que la geografía es algo vivo, cambiante, reactivo y no determinista. Es una unidad de estudio territorial que se aleja de lo estrictamente pautado por unas supuestas reglas. Todo lo contrario, la geografía como relación entre una organización social compleja y una forma urbana determinada es algo maleable, transformable y por ello, es algo sujeto a ser proyectado.
En definitiva, la geografía es proyecto al igual que lo es el urbanismo, el paisaje y la arquitectura. Y al igual que estas disciplinas, tiene al hecho urbano como eje de acción.
Si asumimos esta realidad en primera instancia, entenderemos que la geografía es también cambiante, una vez proyectada, a lo largo del tiempo, es decir, es evolutiva y tiene la capacidad de configurar realidades diferentes a lo largo de los años, las décadas o los siglos. La geografía es dinámica.
Por eso es tan importante, no solamente leer lo urbano desde un punto de vista geográfico, sino que también es más importante aún si cabe, entender que es susceptible de transformación.
Si este argumento es asumible, empezaremos a ver que al igual que la ciudad, una geografía puede ser interactiva. Es decir, cuando entendemos el rol principal de lo geográfico en el proyecto urbano, podemos empezar a trazar lecturas y mapas de sectores geográficos determinados y ponerlos en resonancia.
Algo de ello hemos desarrollado en el reciente curso docente, en el ámbito de Montcada i Reixach.
Muy sucintamente la realidad geográfica de Montcada se puede fácilmente dividir en tres subámbitos. El final de Collserola y el principio de la Serra de Marina, el plano urbano existente, y la cuenca del río Besós.
Estas porciones de territorio no se han tratado como estructuras territoriales aisladas, sino que se han puesto en relación, aún siendo tres orografías tan dispares.
Y el resultado ha sido que la geografía ha empezado a interactuar.
Han aparecido conexiones, estructuras urbanas, ejes cívicos, calles, puentes y plazas, programas relacionales, se han asimilado infraestructuras, etc. En modo figurado, pero bastante gráfico, la geografía se ha comportado como un todo cibernético, donde los nuevos inputs, han originado principios de relación totalmente nuevos. Estos inputs, han venido en algunos casos por la determinación de ámbitos urbanos, en otros casos por la irrupción de programas emergentes y en otros por la determinación estructural como era tratada una infraestructura determinada. En suma, de la mano de la geografía se han canalizado visiones urbanas de calidad, se han reconstruido y reactivado paisajes y se ha dotado a ciertos puntos de la ciudad de la capacidad de construir una identidad arquitectónica propia.
Casi podría decirse que la geografía se ha puesto a bailar.
En la imagen del post, la maqueta del curso de Taller Final de Grado de Montcada realizada por los alumnos de la ESARQ
[1] MASSEY, Doreen, Un Sentido Global del Lugar, Ed. Icaria, Barcelona, 2012
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