Programa para una Definición Contemporánea de la Modernidad

Programa para una definición contemporánea de la modernidad

Tomo el título de un texto de Bruno Latour.[1]

La cuestión a la que hace referencia el título prestado no parece gratuita visto que últimamente acechan llamadas de un conservadurismo atroz y perfil tradicionalista que abogan por recrearse intelectual y arquitectónicamente hablando con las imágenes de un pasado que, asumámoslo de una vez, ya murió por inservible. Los tiempos, modernos o no, ya sucumbieron a un cambio radical de escenario, a una fuerza de transformación acelerada y global que ha inutilizado la herencia que recibimos de nuestros viejos maestros. Más aún, como ya he publicado alguna vez, no solamente hemos asistido a un cambio radical desde los años sesenta que dio al traste con la modernidad asociada al movimiento moderno en arquitectura, sino que la esencia de ese cambio, también ha cambiado,[2] en un proceso de mutación en forma de acelerada espiral.

Quiero decir que sospecho que en el mejor, o el peor de los casos, más que un proceso de repliegue hacia posiciones conocidas, seguras y conservadoras, la única esencia del tiempo contemporáneo, es decir, del tiempo que nos toca vivir en plena conciencia, es en todo caso, todo lo contrario. Navegar entre indeterminaciones, gestionar dudas y de forma un tanto tentativa, progresar, avanzar e ir más allá a lomos del paradigma acelerado de un presente hipertrofiado.

Y si, también en arquitectura, esta actitud de cuestionar, aportar y mejorar el mundo, entiendo que forma parte de nuestra responsabilidad social.

Por tanto mirar atrás, se antoja como una actitud profundamente irresponsable.

Esta posición, que rige y perfila la línea editorial de este blog, el código genético del despacho del que formo parte como socio, Archikubik y mi tarea docente en la ESARQ de la Universitat Internacional de Catalunya, surge entre otras cuestiones de una lectura apasionada de los textos del antropólogo francés Bruno Latour. Y estas palabras intentan contrarrestar las lecturas conservadoras que se hacen de sus escritos, cuando se toman sus disecciones de la realidad de forma superficial, anecdótica o como instrumento para ejecutar portentosas pero vacías caligrafías en el aire.

Quiero decir que la famosa y agraciada proclamación de Latour nunca hemos sido modernos, forma parte de una afirmación categórica que pretende revisar los flecos inservibles de la modernidad para proponer de forma creativa un nuevo escenario donde el método científico, base de la estructura del pensamiento moderno y santo grial de la supuesta objetividad, queda totalmente desamortizado. Este nuevo escenario, ya se indica en Bruno Latour, los estudios de la Ciencia y la Comprensión,[3] de Javier Espuny Gutierrez-Solana: lo que Latour propone es una visión nueva de la realidad y de nuestras relaciones con y en ella. Latour nos enseña que hay otro modo de acceso/relación con la realidad, distinto del que la Modernidad nos tiene acostumbrados. Por ello, otros autores hablan de una nueva alianza de la nueva ciencia con la naturaleza, tras el paso de la ciencia moderna. Aquellos que sigan este blog, ya habrán rápidamente enlazado esto último con llya Prigogine e Isabel Stengers y su reseñado aquí, La nueva alianza.

Volvamos a las palabras del mismo Latour para entender su apuesta y aparcar definitivamente las tentaciones reaccionarias. Latour de forma literal: Quisiera plantear una pregunta en el fondo bastante sencilla. Puesto que los modernos nunca han sido contemporáneos de ellos mismos, ¿pueden por fin serlo? Si la expresión “nunca hemos sido modernos” ha parecido tan extraña, es porque expresaba un desequilibrio propio de los modernos y que durante tiempo ha hecho su estudio y, por ende, su representación de ellos mismos imposible.

Primera apreciación: la afirmación del filósofo y sociólogo no remite a un espíritu conservador, sino a la simple constatación de una imposibilidad. Los modernos nunca tuvieron conciencia de modernidad como estructura de razón.

Latour aclara: Dicho de otro modo, los antiguos modernos, los antiguos occidentales ¿pueden por fin hablar con el tono justo? O también ¿pueden hacerse por fin de su tiempo? La obsesión por el tiempo, la novedad, la innovación, el progreso no puede ya disimular la extraordinaria inconsecuencia de los modernos en su definición de sí mismos: siempre hacen exactamente lo contrario de lo que dicen.

Seguimos: Los modernos antes mencionados se presentan ante la historia como los que por fin se han liberado de todas las determinaciones arcaicas y naturales ¿y qué han hecho? Han multiplicado, a una escala cada vez mayor, con un grado de implicación cada vez más íntimo, los compromisos con los entes cada vez más numerosos, cada vez más heterogéneos que les permiten existir. Hablan de emancipación en el momento mismo en que tienen que cuidar por medios legales, técnicos, mecánicos, humanos, de entes tan amplios como el clima, los mares, los bosques, los genes ¡Extraña emancipación esta, que, al contrario, ha multiplicado los compromisos!

En esencia, Latour reivindica el enorme fracaso de la modernidad, como estructura conceptual, de querer emanciparnos de la naturaleza por la vía de la objetividad científica. Ese ha sido el gran fracaso!

Hoy, la gran paradoja, se resume en que una vez el gran instrumento de la modernidad en forma de método científico ha sido no solamente construido, sino afinado y puesto en marcha de forma apabullante, hemos caído en la cuenta que es totalmente inservible. Que lástima!

Visto así, ¿cómo es posible que la mirada se sitúe en la modernidad, o aún peor, en la tradición de la modernidad? Porque no hay que engañarse, cuando uno habla de tradición, está hablando de la tradición moderna. ¿O es que acaso nos estamos refiriendo tanto en arquitectura como en términos de estructura intelectual a lo pre-moderno, lo arcaico o lo pre-ilustrado? Espero que no, ya que entonces estaríamos en una especie de vuelta a la oscuridad.

Volvamos a centrar la pelota. ¿no será que Bruno Latour se refiere a una nueva vuelta de tuerca de la modernidad, donde en lugar de contraponer lo objetivo en relación a lo subjetivo, lo que se propone es sumar a lo objetivo, lo subjetivo? En otras palabras, ¿no estamos ante un clarísimo caso de conjunción copulativa, de un “y” en vez de un “o”?

La modernidad queda desamortizada cuando niega la indeterminación de aquello que no es reducible a una formula. La modernidad muere a manos de su simplismo, y se intuye el surgir de una modernidad compleja, de una hipermodernidad producto de ampliar el foco, en vez de reducirlo. Asumir lo natural y lo artificial en una fórmula que suma en vez de restar. Afirmar e interiorizar la estructura de conocimiento que proviene de la asunción de parámetros organolépticos, es decir, asumir el conocimiento que se capta por los sentidos, por la intuición, y sumar esa nueva carga de conocimiento a lo ya conocido y estructurado por la razón cartesiana.

Prosigue: Como lo he afirmado a menudo la energía de los modernos se debía en gran medida, hasta fechas recientes, a esa certidumbre imposible de erradicar de que estaban a la vanguardia, de que estaban emancipados, de que se acercaban a la naturaleza de las cosas, de que estaban de acuerdo por la irrupción de las tres hermanas Objetividad, Rentabilidad, Eficacia. Era eso mismo, lo he demostrado varias veces, lo que definía la flecha moderna del tiempo: “Ayer éramos arcaicos porque mezclábamos todavía lo desnudo y lo vestido, lo culto y lo salvaje, lo real y lo imaginario, los hechos y los valores, pero mañana, sin ninguna duda, sí, mañana, con seguridad, la separación será mayor, mañana veremos con más claridad, mañana, comprenderemos la cosa en sí, por fin sin adornos.”

Lo que nos autoriza hoy a hablar de “sociología de la crítica” es la comprensión progresiva, por parte de los modernos mismos, de que nunca lo han sido en el fondo.

En definitiva, lo que resulta es que siendo no solamente respetable, sino que estimulante y necesario el sentido y el esfuerzo por progresar, no hemos dado con la herramienta adecuada, o en todo caso, no tenemos la herramienta completa. Nunca hemos sido modernos no significa que no queramos serlo, significa que contrariamente a lo que pensamos, estamos muy lejos de que ello sea cierto.

Por tanto, para entrar en una modernidad completa, una modernidad compleja, una hipermodernidad o  como cada uno guste en llamar a este nuevo y apasionante momento de cambio en el que nos encontramos, lejos de mirar hacia atrás, toca rearmar nuestro arsenal intelectual y mirar mucho más adelante.

Por no alargar el texto y no abundar en estos principios, para concluir hago un salto al final de este excitante compendio de reflexiones que Latour nos propone.

De todos modos la situación está más clara: nosotros los europeos nunca hemos sido modernos; el Oeste ha desaparecido, lo universal también, y sin embargo la exigencia de lo global sigue ahí, no hay Europa concebible, habitable, sin proyecto de mundialización, de globalización por tanto, de convocatoria planetaria, pero esta convocatoria, cuya maestra de ceremonias siempre ha sido la Antropología, y también su jefe de protocolo, no puede hacerse sin separar las culturas sobre un fondo de naturaleza, conocida por una entre las culturas, bendita entre todas, la nuestra precisamente.

Lo que cuenta es que la antropología continúa. Es que trasmigra a un proyecto nuevo, un nuevo “logos”, una nueva ciencia total del hombre reunido, convocado.

Y para esa nueva ciencia, alianza fructífera y nutritiva entre la naturaleza y la cultura, hace falta no solamente un programa que la aproxime a una definición posible, sino también una actitud valiente que mira hacia adelante con fuerza, energía y pasión.

La imagen del post se encuentra en http://articulandosignificantes.blogspot.com.es/2012/04/el-posmodernismo-y-el-arte.html. Se ve la interpretación en un chelo humano de una pieza de John Cage Theater Piece, por la artista Charlotte Moorman, con la presencia de Nam June Paik y Lawrence Alloway.


[1] LATOUR, Bruno, AIBR, Revista de Antropología Iberoamericana, Ed. Electrónica Núm. Especial. Noviembre-Diciembre 2005 Madrid: Antropólogos Iberoamericanos en Red / http://www.aibr.org

[2] The nature of changes, has change, que decía BUCHANAN, Peter, The Big Rethink. Towards a Complete Architecture. The Architectural Review, Londres, Diciembre 2011.

[3] ESPUNY GUTIERREZ-SOLANA, Javier, Revista A Parte Rei, Ed. Electrónica Núm. 22, http://aparterei.com

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